LA BATALLA DE TUCUMÁN: UN PUNTO DE INFLEXIÓN EN LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA

En septiembre de 1812, Manuel Belgrano desafió las órdenes del gobierno central y decidió enfrentar al ejército realista en Tucumán. A pesar de la inferioridad numérica y la precariedad de sus tropas, logró una victoria decisiva que cambió el curso de la independencia argentina.

Actualidad24 de septiembre de 2025Natalia YapuraNatalia Yapura
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A comienzos de 1812, el proceso revolucionario iniciado en 1810 se encontraba en una situación delicada. Luego de sufrir varias derrotas en el Alto Perú —actual territorio boliviano—, los ejércitos realistas avanzaban hacia el sur con la intención de recuperar las ciudades del Río de la Plata y sofocar el movimiento insurgente. Al mando del general Pío Tristán, las fuerzas españolas cruzaron el norte del actual territorio argentino, amenazando seriamente a las Provincias Unidas.

El Ejército del Norte, comandado por Manuel Belgrano, estaba debilitado. Desde Buenos Aires, el gobierno le ordenó retroceder hasta Córdoba. Sin embargo, Belgrano evaluó que una retirada dejaba el camino libre al enemigo. Desobedeciendo la orden, decidió establecer una posición defensiva en Tucumán, ciudad estratégica tanto por su geografía como por el apoyo de su población.

El 24 de septiembre de ese año, con un ejército improvisado, mal equipado y en clara desventaja numérica, Belgrano enfrentó a las tropas realistas en las afueras de San Miguel de Tucumán. Fue una batalla intensa, desordenada y por momentos incierta, pero el coraje de los combatientes patriotas y la participación activa de los pobladores locales inclinaron la balanza. La victoria fue contundente: los realistas, sorprendidos por la resistencia, debieron retirarse al norte.

Este triunfo fue crucial. No solo detuvo el avance español hacia el corazón del territorio revolucionario, sino que también fortaleció el ánimo de las tropas y de la población civil. Por primera vez, se demostraba que era posible derrotar al ejército realista en suelo propio.

Meses más tarde, esa victoria sería reafirmada en la Batalla de Salta, donde los patriotas consolidaron aún más su avance y forzaron una nueva retirada del enemigo hacia el Alto Perú. Aunque en ese frente la guerra volvería a tornarse adversa, el resultado en Tucumán quedó grabado como uno de los momentos decisivos del camino hacia la independencia. Fue el día en que la Revolución pasó de la defensa a la acción. Cuatro años después, en 1816, se declararía oficialmente la independencia argentina.

LA VIRGEN DE LA MERCED, SÍMBOLO DE FE Y LUCHA

En la víspera del combate, consciente de la desventaja de su ejército, Belgrano encomendó la causa a la Virgen de la Merced, patrona de Tucumán. Tras la sorpresiva victoria, el general interpretó el resultado como una intervención divina. En agradecimiento, acudió a la iglesia local y entregó su bastón de mando a la Virgen, proclamándola “Generala del Ejército del Norte”.

Desde entonces, la imagen de la Virgen fue venerada como protectora de los patriotas. Esta tradición dejó una profunda huella en la religiosidad popular y en la memoria histórica del país. Cada 24 de septiembre, Tucumán celebra su festividad, recordando la unión entre la fe, la causa patriótica y la lucha por la libertad.


Fuente: Contexto Tucumán

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